miércoles, 16 de mayo de 2012

Hay porqué actuar

Para la comunidad peruana, existen dos tipos de experiencias traumáticas que se percibe como incontrolables llegando a una desesperanza (Kendall, 2011). La primera de ellas son los desastres naturales. Un ejemplo claro y reciente es el terremoto con epicentro en el departamento de Ica en el 2007. Después de este desastre natural, el Ministerio Publico peruano (2007) estimo las cifras que  aproximadamente 1284 personas las fallecidas entre todas las provincias de Ica, y entre todos los fallecidos el 58.4% es de sexo femenino, el 17.8% son menores de 15 años, el 34.7% son mayores de 60 años. El promedio de edad de los fallecidos es de 45 años. El 50% de los muertos fueron menores 46 años.  También otro dato es que el 70% de todos los pobladores afirman que el estado no se presenta ante ellos creyendo que no están cubriendo sus necesidades.


Además el ministerio de Salud (2008) muestra un dato aun más relevante, en el transcurso equivalente de un año fueron atendidas 2783 personas psicológicamente con el daño principalmente de estrés postraumático, y tomando en cuenta que esta cifra solo son las personas que fueron acudir ayuda y no toma en cuenta las personas que no acudieron por distintos motivos, lo cual se aproxima al 40% de iqueños que sufrieron y actualmente sufren el estrés postraumático. También se muestra que las mujeres fueron las más afectadas que los hombres. Esta cifra es superior a las personas que acudieron a pedir ayuda por causa de infecciones a la piel, enfermedades crónicas, asma, neumonías graves, que por lo general son más requeridas que los trastornos psicológicos dejando como principal malestar de los iqueños la IRA no neumonía.



La otra variable que cuenta como una experiencia traumática es el terrorismo. Kendall (2011) realizó una investigación en donde obtuvo información sobre la atención brindada por los hospitales  en el periodo diciembre de 2004 hasta  diciembre de 2005, en las poblaciones afectadas por violencia política, es decir por el terrorismo, en los departamentos de Ayacucho, Apurímac y Huancavelica, fue un total de 1560 personas.
El diagnóstico más frecuente fue el trastorno depresivo, en su forma episódica y crónica, seguido de trastorno de ansiedad. Dentro del porcentaje con diagnóstico de depresión, predominó el sexo femenino, al igual que sucedió en las poblaciones iqueñas después del terremoto del 2007.Las mujeres adultas mayores que acudieron presentaron un perfil frecuente, en el cual resulto ser la viudez, abandono por parte de sus hijos, pobreza extrema y dolores físicos crónicos. Finalmente, termino este ejemplo mostrando que un 41% de la población que recibió atención, tuvo antecedentes explícitos de violencia política en su historia, es decir que cerca de la mitad de personas atendidas en los centros hospitalarios de la sierra percibe que el terrorismo influye directamente  a la causa de depresión.





Estos ejemplos resaltan la importancia de trabajar la resiliencia sobre la desesperanza aprendida en el Perú, dado que no solo han existido estas situaciones traumáticas, de la misma manera sucedió la violencia política sucedida en Bagua, o la indiferencia del estado en comunidades como Puno con respecto al friaje por razones naturales las que pueden generar desesperanza aprendida.

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