martes, 19 de junio de 2012

Percepción de etnicidad y racismo en Puno

En Puno impera una percepción  de la etnicidad según la cual la población se divide en tres grupos étnicos (quechuas, aymaras e “hispano hablantes” o “mistis”) claramente diferenciables entre sí por características culturales, el idioma, y según algunos, por los rasgos físicos. Estas categorías se imaginan estables e impenetrables (toda persona pertenece a, o es, de una de las tres), a pesar de que no siempre son etiquetas coherentes que marcan fronteras excluyentes, estables y definibles.

Estas etiquetas, sin embargo, pueden existir como categorías de adscripción independientemente de características culturales o el idioma. Por ejemplo, una persona cualquiera en la ciudad de Puno puede autoidentificarse como “quechua” sin que eso necesariamente implique que hable quechua o que comparta modos de vida considerados “quechua”. La adscripción se basa en un sentido de pertenencia a “lo quechua” y no importa cuán vagamente sea definido y en la noción de que toda persona es o pertenece a uno de los “grupos”.

De acuerdo con la ideología regional hegemónica, las distinciones étnicas entre aymaras y quechuas tienen un correlato geográfico y pueden ser localizadas en un mapa. Así como el departamento de Puno está dividido en zonas quechuas y zonas aymaras, la ciudad capital puede dividirse en zonas diferenciadas. Esta rígida división parece dominar el discurso sobre las categorizaciones e identidades étnicas, a pesar de las múltiples excepciones y de los variados significados de dichas etiquetas.

Como ya se puede apreciar, las tres etiquetas sirven para nombrar un idioma, una supuesta cultura, y una categoría de identificación, y, aunque estos tres elementos se imaginan confluentes, no siempre coinciden. A veces, por ejemplo, la etiqueta “hispanohablante” se refiere a alguien catalogado como “blanco”, culturalmente “no indígena” y de élite, en otras ocasiones se utiliza para nombrar a toda persona que habla castellano, independientemente de su apariencia, procedencia y estatus social. Al mismo tiempo, una persona de estatus socioeconómico alto, catalogado como “blanco” y perteneciente a una familia de hacendados puede autoidentificarse en alguna circunstancia como “quechua” porque aprendió tal idioma.

4 comentarios:

  1. Sin duda alguna las etiquetas que noda otorgan la sociedad son aquellas con las cuales transitamos (la mayoria de las veces) el resto de nuestros dias, es complicado dar una opinion del racizmo en puno, mas bien la pregunta seria ¿ a ellos les llega informacion y educacion necesaria sobre el racismo?. Lo fundamental desde mi punto de vista para abordar cualquier proceso de racismo, es la informacion, ofrecerle a las comunidades que es la marginacion, como atacar esta y ayudarlos a poder intervenir.

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    1. Si Daniel, el sentimiento de igualdad es algo que los psicologos debemos fomentar no solo en Lima, sino también en lugares donde es dificil que llege la imformación como el Puno

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  2. Considero que son precisamente este tipo de criterios adscritos los que provocan el racismo. Es por causa de estos estamentos sin fundamento algo que Puno vive aún en una época colonial, en los cuales se daba valor a las personas por su raza. Esta es una comunidad con mucho por hacer, los puneños deben saber que son iguales todos, así sean aymaras, quechuas o hispanohablantes.

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    1. En la bibliogràfia investigada se dio cuenta que este problema surge desde la època colonia. En un paìs tan diferente y con altos indices de desarrollo, los problemas sociales no deben ser un tema ajeno a desarrollar.

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